miércoles, 12 de mayo de 2010

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31: 3-4
Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia.
Aún te edificaré, y serás edificada,

Cuantas veces en nuestra vida Cristiana no hemos pasado por medio del huracán, cuantas veces no viene ese viento huracanado llevándose todo lo que tienes, lo que amas y quedas sin nada. Estoy hablado tal vez perdida de salud, perdida de un ser querido, promesas no cumplidas o ilusiones y sueños. Que miras alrededor y sientes que no podrás salir y levantarte. ¿Te ha pasado? Sabes Dios permitio el huracán en tu vida por que el quiere reconstruirte, el quiere pulirte. El estará ahí para volverte a Edificar, el es nuestro alfarero..


Adán tenía una relación con Dios antes de que la tuviera con Eva. Esto es muy importante. ¿Que por qué? Porque nadie más que el Señor puede decirte quién eres realmente, o lo que vales. Hasta que no lo entiendas, seguirás buscando a alguien para que te ame tanto que finalmente comenzarás a sentirte bien contigo mismo. El problema es que cuando encuentres a aquella persona, te adherirás a ella como lo hace una lapa. Estarás de acuerdo con todas sus opiniones y no tendrás ninguna propia. Tratarás de satisfacer todas y cada una de sus exigencias y te sentirás amenazado si ella puede hacer (o disfrutar de) algo sin ti. Le dirás: "Todo lo que necesito eres tú; ¿Cómo es que no sientes lo mismo acerca de mí?". Ninguna relación puede aguantar tanta carga...


Adán aprendió a relacionarse con Eva sólo después de que aprendió a relacionarse con Dios. Es en la Presencia del Señor, libre de las opiniones de los demás, cuando empiezas a mirarte a ti mismo en el "espejo" adecuado. Es aquí donde te preparas para el "regalo" que te será dado. Pero algo ha cambiado. Ahora sabes cuánto vales y sólo te darás a alguien que te valore igual. Dios siempre ha querido lo mejor para ti; solamente está esperando que estés de acuerdo con Él.

Tú que has sido abusado, abandonado, traicionado, o te sientes como si nunca llegas a la "altura" de los demás, escucha estas palabras. Son de parte del Señor, cuya opinión de ti nunca cambia: "Con amor eterno te he amado; por eso, te prolongué mi misericordia. Volveré a edificarte..." (Jeremías 31:3b-4).

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