martes, 8 de junio de 2010
ME DUELE
“…de la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.” Colosenses 3:13
Hace poco, escuché una historia que tomó lugar en Madrid, España. Un joven llamado Paco tuvo un pleito con su Padre, y Paco le lastimó, huyendo de la casa. El padre no supo de él por mucho tiempo, y decidió publicar este anuncio en el periódico local de Madrid: “Paco, te perdono. Estoy dispuesto a olvidar el pasado. Espérame en frente de la oficina de este periódico mañana en el mediodía, si aceptas mi perdón. Tu Padre.” El día siguiente en el mediodía, 800 jóvenes con nombre de Paco se presentaron allí esperando a sus padres.
Yo creo con todo mi corazón que hay muchos “Pacos” en el mundo hoy día quienes tienen relaciones que requieren el perdón. ¡Qué pérdida tan ridícula de vida, y tiempo y gozos desperdiciados!…todo a causa del rencor que se guarda contra los que comparten nuestras mismas raíces familiares.
Mientras escribo en esta tarde, me vienen a la mente nombres de personas que me han lastimado. Pero yo rehúso dejar que ese dolor me haga más que lo que ya me ha hecho. El dolor duele. Duele cuando alguien a quien tú amas hace cosas a propósito que te duelen más profundamente que lo físico.
Yo no puedo controlar lo que otros me hacen. Ni tú tampoco. Eres una persona muy especial si sales de esta vida sin sentir el dolor. Ser lastimado es parte de la vida, y de convivir con otros.
Yo conozco a dos jóvenes quienes han sido lastimados más de lo que yo jamás tendré que sufrir. No creo que merezcan lo que ha sido puesto en su camino. Pero ¿sabes qué? Es todo lo que su dolor les ha hecho…ha cumplido su propósito, pero hasta allí no más. Ellos no han permitido que el dolor haga más de lo que puede hacer. Todos los días ellos le dicen a su dolor, “No te voy a dejar hacer más de lo que me puedes hacer. Tu dolor estaba fuera de mi control, pero eso es todo. Yo puedo controlar el grado de lo que me puedes lastimar, y lo haré.
“Es más, Dolor, te usaré, sí, te usaré. Te usaré para ganar a otros a Cristo. Y a los que ya Le conocen, trataré de ser de bendición a ellos. Trataré de hacerles ver cosas vistas solamente por los que han sido lastimados como nosotros hemos sido lastimados.”
Eso es lo que hizo Pablo. Es lo que hicieron José y Daniel. Su dolor de veras les dolió. Pero es todo lo que hizo. El dolor hace solamente lo que le permitimos hacer.
Cuando alguien, especialmente algún familiar te ha lastimado, está bien sufrir. Siente el dolor. No lo niegas. Llora, y permítete tiempo para sufrir. Hay dolores que nunca sufriré. Pero yo he pasado dolores que Dios nunca te permitirá sufrir.
No podemos prevenir el dolor. Es tan parte de esta vida como el respirar. Pero sí, podemos controlar su efecto sobre nosotros. Hasta podemos usarlo para el bien.
El chisme, la traición, el divorcio, el abandono, el encarcelamiento injusto, el suicidio, las falsas acusaciones…todas esas palabras provocan sentimientos de dolor…y cuando esas palabras se refieren a quienes amamos más, el dolor es casi insoportable.
Sin embargo, la Biblia dice que Dios no pondrá nada en nuestra vida que no podemos soportar. Así que aun mientras soportamos el dolor, al mismo tiempo lo podemos usar para ser de bendición para otros.
Pero antes de poder hacer eso, tenemos que aprender a perdonar. Aún hasta cuando los que nos han lastimado no nos piden perdón, la Biblia nos manda a perdonarlos. Entonces, y sólo entonces puede el dolor hacer su obra perfecta.
Cuando amas a Dios, y Le sirves, Él no permite nada en tu vida que no trabaja para tu bien. Y eso incluye el dolor. Es fácil ver cómo Dios permitió que el dolor trabajara para el bien en las vidas de Pablo y Daniel. Sirvió para bien, porque ellos permitieron que sirviera para bien. Pero cuando estás pasando por el drama del dolor, es difícil imaginar un final feliz.
Perdona a los que te han lastimado, aunque no entiendes cómo puede ser usado para tu bien. Lo será. Allí es donde entra la fe. Y la confianza.
Cuando alguien nos lastima, perdemos toda la fe y la confianza en la persona que nos ha lastimado. Pero hay Uno en Quien podemos poner nuestra confianza completa. El nos ama. Aunque nosotros Le lastimamos con nuestros pecados, El nos perdonó. ¿Puedo yo hacer menos para con los que amo, aunque me han lastimado?
“Ayúdame, Señor, a usar mi dolor para ayudar a otro que sufre.” Es lo que yo acabo de hacer con el mío
Hermana: Billie Sloan
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